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Mostrando las entradas de noviembre, 2017

En el cielo de acá

En el cielo de acá Al final resultó que morirse no era para tanto. Es decir, tanta expectativa, tanto miedo, tanta lágrima, no sé, me esperaba algo más espectacular: ver pasar mi vida como una película, o tener una claridad especial para entender los misterios de la existencia… algo… ni el túnel con la luz blanca, ni una paz espiritual, ni un fundirse en el cosmos. Morirse se siente como algo que te pasa de repente, sin verlo venir, como quedarse dormido y de golpe, puf!, ya está… del otro lado. Pensándolo bien, más que quedarse dormido, se parece más a despertarse, de un sueño profundo, como una mañana de domingo en la que te lleva, qué se yo, unos treinta segundos, un minuto, hasta que estás realmente conectado y consciente del tiempo y el espacio en el que estás. Es que sobre la muerte propiamente dicha, nadie (de los vivos) sabe nada, ni quiere saber nada. De hecho, sólo la definimos por la negativa. Como otras tantas cosas en nuestro tiempo (el sexo, la comida étnica, el au