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Mostrando las entradas de julio, 2018

Ya es cualquiera

Ganas, lo que se dice ganas de sentarme a escribir, no tenía. La agenda de reuniones quincenales de mi taller literario programa mi ánimo en semanas sucesivas de angustia y relajación. Lamentablemente ese sábado arrancaba una de las primeras, semanas en que la obligación se impone, si no a la vocación, al menos a la voluntad. Y quién me manda? Bueno, yo mismo. Digo, si no me pongo yo mismo esta obligación, entonces no voy a escribir nunca, siempre habrá algo más urgente, o más relajado al menos. A la voluntad hay que domarla. Así es, uno tiene que obligarse a forzar su deseo, conscientemente. En mi caso estar arrastrándome por un teclado cuando cuando la semana me regalaba tal vez las únicas dos horas de descanso y tranquilidad de las que iba a contar en bastantes días. Sonaba Calamaro (“ Quiero arreglar todo lo que hice mal / Todo lo que escondí hasta de mí, /   Debo contar lo que yo solo sé, / Uh perdón, Victor Sueiro también”) y pensaba en Ulises, que para oír a